Primero entramos a definir qué es la preocupación y cómo se manifiesta.
La preocupación es el centro de la ansiedad. Consiste en una anticipación de los peligros que nos presenta la vida y es la forma inmediata en la que nuestro cuerpo busca soluciones. Una preocupación adecuada produce un nivel de ansiedad bajo o medio y nos ayuda a tomar decisiones para abordar las acciones más inmediatas.
 A veces la preocupación no nos ayuda a tomar decisiones porque es simplemente un monólogo interno que solamente repite miedos o ideas negativas como “no voy a poder” o “va a ser terrible”. Otras veces la preocupación se centra en problemas a muy largo plazo que no podemos controlar desde el presente. En estos dos casos, podemos decir que la preocupación se convierte en fuente de ansiedad importante y negativa, y, por tanto, debemos evitarla.
¿Cómo modular y afrontar estos pensamientos?
Detección
Se trata de tomar conciencia de uno mismo, es un proceso de auto observación. Es estar atento e identificar cuándo tus pensamientos son constructivos y justificados para solucionar problemas y cuándo son destructivos y no apropiados.  Este registro se debe hacer al mismo tiempo en que se comienza a preocupar y a sentir ansiedad.
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