¿Cómo manejar la ansiedad?
Para saber cómo manejar la ansiedad, primero hay que definirla. La ansiedad es una respuesta de alerta de nuestro cuerpo ante una situación de peligro o de dificultad. Un poco de ansiedad ayuda a mantenernos alertas y despiertos para solucionar problemas y estar preparados para actuar, esto suele pasar cuando los retos son conocidos y se pueden asumir.
En el caso de la pandemia que nos afecta, la incertidumbre de no saber qué pasa, hace que la intensidad sea muy alta, ya sea porque el peligro es muy alto o porque no nos sentimos preparados para asumir dicha situación; pareciera que en este caso operan las dos cosas a la vez.
¿Cómo se manifiesta la ansiedad?
La ansiedad se puede manifestar de diferentes formas:
A través de pensamientos negativos
Pensamientos continuos sobre un asunto y con dificultad para pararlos, preocupación excesiva, dificultad de concentración en tareas habituales e imposibilidad de tomar decisiones.
A través de emociones de angustia
Ideas negativas acerca del futuro propio o de mis seres queridos, sentimientos de pesimismo, desapego respecto a la familia o amigos, sensación de soledad y angustia, preocupación excesiva por la salud propia o ajena.
A través de conductas ansiosas
Necesidad de consultar continuamente noticias relacionadas con la COVID-19 o con la situación actual: económica o política; consumo excesivo de comida, bebidas, tabaco, drogas o ansiolíticos sin control y sin receta médica; uso excesivo de Redes Sociales; alteraciones de los ritmos normales de sueño, de horarios de comida o de hábitos de higiene y sociales; agresividad, frente a seres queridos o aislamiento social; llanto habitual, ganas de gritar o de agredir.
A través de sensaciones físicas de angustia
Presión en el pecho o dificultad para respirar o tragar, ritmo del corazón acelerado, sudoración; espasmos musculares por rigidez de cuello, nuca, espalda o piernas cuando no haya razones físicas para ello (o sea, cuando no haya malas posturas o sobreesfuerzos físicos que lo justifiquen); sensación de inapetencia con las comidas habituales pero sí hacia alimentos dulces o salados; molestias de estómago: dificultad para ir al baño con normalidad, o al contrario, ir demasiadas veces al día a orinar o hacer de vientre; bruxismo (apretar los dientes de forma inconsciente durante la noche o incluso durante el día); temblor intenso de brazos o piernas; sueños ligeros o inquietos con pesadillas.
